miércoles, 8 de marzo de 2017

Expectativas de la maternidad vs realidad

Hace bastante tiempo estoy deseando escribir esta entrada. Antes de ser madre primeriza había idealizado la maternidad de tal manera que no se corresponde a la realidad. Yo me imaginaba que mientras estuviera en casa iba a ser la "superwoman" que iba a cuidar de mi pequeña, me iba a dar tiempo a limpiar, planchar, cocinar, a prepararme y estar estupenda, etc. y cuando llegara mi marido a casa se iba a encontrar todo hecho y nos iríamos a la calle a pasear los tres tan felices.

Con contaros que estuve en reposo dos meses en el embarazo y no pude hacer muchas tareas en casa y mi santo esposo trabajando se hacía cargo de todo. Así que, cuando me dieron el alta en el hospital 5 días después de dar a luz y con una cesárea me puse como loca a poner lavadoras, a planchar, a limpiar baños y cocinar. Me encontraba tan bien sin el tripón y sin tener que estar en reposo que me excedí demasiado (cosa que con el tiempo todo esto pasa factura).

La realidad es que ha sido los primeros meses caóticos, llegas a casa con un bebé que no conoces y todo gira en torno a el, no te da tiempo a nada porque este pequeño ser cada dos horas suele comer y cuando no les estás sacando los gases, cuando no le estás intentando dormir, etc, etc. Y cuando tienes un poquito de tiempo, si alguna vez se da, lo dedicaba hacer tareas en lugar de descansar. Yo creo que estuve un tiempo en estado "catatónico".

Con los días y meses el cansancio y la demanda del bebé (porque cada vez van durmiendo menos y necesitan más vigilancia) todas las tareas que se supone que iba hacer "en mi maternidad idealizada y mi día ideal" no hacía ni la quinta parte porque tardaba cuatro veces más porque cada dos por tres tenía que dejarlas al estar pendiente de cuidar a mi bebé. Vamos que llegaba mi marido de trabajar y muchos días no había comido, ni me había duchado, ni había bebido un vaso de agua con la sed que da la lactancia, no os cuento más. Esto me provocaba muchísimo estrés psicológico el querer hacer cosas en casa y no poder y a todo esto se sumaba el tema las visitas a casa de los primeros meses que hacía que me pusiera más histérica por la limpieza y el orden.

Gracias a un grupo que hicimos otras mamis y yo de gimnasia Postparto (ya os contaré) ví que más o menos todas estábamos en la misma situación y aprendimos sobretodo de aquellas mamis que tenían más de un hijo lo apañadas que son y lo que se organizan. Aprendí que estando con un bebé lo principal es el bebé y hay que priorizar, que si una casa tiene polvo puede esperar un par de días más, que hay ropa que no se plancha, el baño puede esperar una semana más para limpiarse, que ahora el horno es tu aliado ya que hace comidas sencillas y muy ricas sin tener que esmerarte a cocinar, que si tienes que cenar una pizza congelada o un Yatekomo o un bocata de jamón no pasa nada porque unos meses te suba un poco más el colesterol, lo principal son nuestros hijos.

Me di cuenta que estaba totalmente estrenada porque me exigía hacer cosas que no podía hacer por cuidar a mi bebé y que no era normal está situación. No podía estar deseando que mi bebé se durmiera desde que se despertaba porque no podía hacer casi ninguna tarea y estaba agotada. Mi santo esposo que ayuda un montón venía de trabajar y tampoco paraba de hacer cosas de casa. Con contaros que el fin de semana en lugar de irnos un sábado o domingo por la mañana a tomar el sol, uno cuidaba a la niña y otro se dedicaba hacer tareas. Así que, un día abrí los ojos y dije esto no me está permitiendo disfrutar de mi maternidad y mi vida familiar, lo primero que tengo que hacer es salir de casa y dar largos paseos con Carlota, ir a desayunar, de compras con ella, si ella se echa la fiesta echarme con ella y dedicarme 100% a ella haciendo cosas que a mí también me gustan. Esto hizo que por lo menos llegara más contenta a casa.

Con el tiempo te das cuenta que está situación a mejor no va a ir porque los niños cuando comen sólido cocinas más, manchan más, pones más lavadoras, planchas más y pasas la fregona mucho más.    Y cuando gatean o andan necesitan más atención todavía. Así que, un día me senté con mi marido y decidimos que una persona viniera a limpiar a casa de vez en cuando. No es que me sobre el dinero, me lo quito de otra cosa y me lo gano en salud. No son muchas horas pero mantiene la casa y nos permite disfrutar mucho más de Carlota aunque tengamos que hacer alguna cosilla. Desde entonces vivimos mucho más tranquilos y felices el fin de semana por la mañana lo dedicamos a levantarnos con Carlota y jugar con ella, a dar paseos por el sol mañanero, a merendar con amigos o comer con los abus. Esto ahora sí es mi maternidad idealizada.

Aunque dentro de esta anécdota he llevado muy bien mi maternidad, si volviera atrás hubiera priorizado en mi pequeña Carlota mucho más. Al llegar del hospital, tenía que haber estado más tiempo con ella, dándola bracitos, atendiéndola, etc. Haber dado los largos paseos y hacer lo que me gusta con ella mucho antes. Se que el tiempo no va a volver atrás pero sé que una vez pequé de pardilla por ser madre primeriza y ser tan perfeccionista. Menos mal que me di cuenta y lo frené porque sino sería una madre "desquiciada" y la pobre Carlota no tiene la culpa, a pesar del cansancio que implica cuidarla, vino para darnos muchas alegrías y satisfacciones. De todas formas al final todo se soluciona y vuelve a su sitio sólo es cuestión de tiempo y saber adaptarte a la nueva situación entendiendo que lo primero es tu bebé.

Espero haberme expresado y que alguna mamá le pueda servir como ayuda y abrir los ojos si está viviendo está situación. 

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